lunes, 1 de abril de 2013

BURGOS, 1 DE ABRIL DE 1939.


Que sí, que ya. Que ya sabemos que en este preciso instante, nada más leer la entradilla, los que sigan leyendo el presente se encuentran, inexorablemente, identificados dentro de tres exclusivos tipos de personas:
1.     Los que van a seguir leyendo desde la satisfacción que les trae el recuerdo.
2.     Los que van a seguir leyendo desde el dolor que les causa la memoria ¿histórica?
3.     Los que no saben si seguir leyendo, porque el título no les dice nada, y sin duda el hecho les resulta chocante (jóvenes de menos de 20 años, y demás víctimas de la ESO, en este caso.)

Sin embargo, a pesar de todo, y tal vez de todos, me arriesgaré una vez más a hacer uso de la inmisericordia impía que me proporciona el privilegiado balcón desde el que observo la vida, como observador activo eso sí, para llevar a cabo una descripción somera, de lo que desde el mismo acierto a divisar (ahora por cierto que las procesiones de Semana Santa han dejado ya paso a otra clase de letanías, las de las conversaciones que hacen de la crisis su núcleo, o las de las procesiones de los que dirigen sus pasos hacia las oficinas del INEM, por ejemplo)

He esperado hasta última hora, antes de lanzarme a la redacción del presente, con la esperanza de comprobar hasta dónde llegaban las tragaderas del nuevo régimen. ¿Tendría la osadía de sacar algo alusivo? ¿Tiraría del NODO para pintar de romántico el muñeco? ¿Recuperaría la osadía de los censores bobos, tal y como aquéllos a los que tan brillantemente ha calificado uno de los directores de Informe Semanal?

Pues nada, una vez más, no ha habido manera. De nuevo hemos de comprobar cómo el ¿nuevo? régimen se ofusca renunciando a tratar como sin duda se merece, un hecho de la marcada trascendencia que sin duda merece la redacción del que habría de ser el último Parte de Guerra dictado por el General Franco.

Con el ánimo puesto en hacer de la contextualización histórica un método de racionalización, jamás una excusa para huir de lo pragmático y por ende razonable, acudimos a momentos pretérito cercanos, en por de tratar de encontrar correlaciones y/o elementos de juicio similares, desde los cuales poder acercarnos si no tratar de comprender, el proceder desde el que semejante silencio, adquiere el condicionante gráfico por el que se describe a sí mismo, retratando con todo a los que lo suscitan o abiertamente en este caso promueven.
Es así que, efectivamente, nos viene a la memoria Alemania, los años de la vergüenza, las cifras del horror…etc. En cualquier caso, el recuerdo vivo de otra de las atrocidades cometidas por los que de verdad se creen imbuidos en las sacrosantas fuentes de la razón. (Demonios, otro Paco).

Pero huyendo insisto meridianamente de la trampa que la propia Historia puede sentir tentación de tender ante nosotros, he de manifestar, y así lo hago, que la Política del Silencio tan extrañamente pactada no solo por parte de los que habitualmente hacen mutis por el foro llegados estos extremos; sino la adoptadaza por los que inversamente a lo creíble, no suelen prestarse a tales argucias en tales casos; me lleva a plantearme seriamente algunas dudas que, por peliagudas someto a su consideración.

Así, que Pacos, gatos y otros entes pobladores de la cada vez más densa demografía de la Caverna, se preste a la política del Silencio, es algo que, en cierta manera, es de esperar. Así, no con el ánimo de explicarlo, (comprender el Misterio de la Trinidad es más sencillo); sino de hacer un guiño a la coherencia, podemos decir que el sentirse identificado, vanagloriado con los éxitos alcanzados, y sin duda ponerse blando recordando lo que pudo haber sido y nunca fue, puede casi justificar a los miembros más profundos de la caverna.

He ahí a los integrantes del primer grupo antes argüido.

Pero que los miembros de estructuras, diarios y demás entes aparentemente no adscritos al régimen, libres por ende de las limitaciones neuronales que sin duda supone tener que vestir de lagarterana día tras día la realidad, para que sea digerible. Que esos a los que a diario se les llena la boca de lo mal que está el país, no hayan abierto la boca, aunque solo sea como una mención histórica. A esos, irrenunciablemente a esos, les digo que su actitud me preocupa.
Y me preocupa porque si su silencio procede de la convicción de que algunas cosas es mejor no moverlas, tengo que decirles que entonces, y solo entonces, habremos de reconocer que nos han ganado.
Si por el contrario ni dios abre la boca, a pesar de tener ganas, no quiero ni pensar las consecuencias de tal acto.

He ahí a los integrantes del segundo grupo.

En cuanto a los integrantes del tercer grupo. ¿Qué decir? Solo una cosa. Felicidades para el Señor WERT, el responsable de seguir, cuando no implementar, una larga sucesión de errores en los que es el Sistema Educativo Español ha puesto un gran esfuerzo, encaminado a que ahora, cuando el presente se acerca a su fin, muchos puede que en realidad ignoren de qué estoy hablando.

Para ellos, la siguiente:

En el día de hoy el Ejército Rojo cautivo y desarmado, han alcanzado sus últimos objetivos las Tropas Nacionales.
LA GUERRA, HA TERMINADO.

BURGOS, UNO DE ABRIL, DE 1939.
Año de la Victoria

EL GENERALÍSIMO.

FRANCO.”

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