martes, 17 de julio de 2012

17 DE JULIO, DE CUANDO UN PAÍS NO TIENE CLARO SI CONMEMORAR SU PASADO, O ESCONDERLO (MÁS ALLÁ DE LAS CUNETAS.)


Vivimos en un país extraño. Al contrario de lo que les ocurre a la mayoría de los que nos rodean, incluso a aquellos con los que aparentemente hacemos “sociedad”, en un intento que hoy por hoy se muestra vano, de aparentar que tenemos algo en común; ni siquiera contamos con la posibilidad de acudir a nuestra historia en pos de encontrar respuestas. Y todo en parte porque a muchos se les niega todavía el derecho a hacer preguntas; precisamente porque la respuesta a muchas de estas se encuentran en una cuneta, bajo apenas unos centímetros de grava, pero bajo la pesada losa de muchos años de responsabilidad argumentada desde el silencio compartido.

Vivimos en una nación extraña. Una nación que encuentra su sustento en la podredumbre del pasado. Lo que es peor, de un pasado reciente, y por ello no cicatrizado. Como dirían nuestros abuelos, la herida no ha sanado porque los bordes aún siguen supurando. Siguen supurando, en este caso la espuma de los humores propios del que es el último halito, el que precede al silencio último, aquél que nunca acaba de llegar.
Somos una nación orgullosa. Una nación con mayúsculas. Una nación que puede mostrar al mundo con satisfacción sus logros. Una nación que puede esperar agradecimiento del mundo porque, al contrario de lo que ocurre a día de hoy con algunas de esas naciones que pretenden atribuirse el sentido del mundo de manera injusta, nosotros si que podemos decirle al mundo, sin temor a equivocarnos, que sin nosotros, y sin nuestra aportación, el mundo sería otra cosa. Tal vez mejor, tal vez peor, pero sin duda otra cosa.

Mas llegados a estos extremos, flaco favor haríamos si, nos bastara con mostrarnos pagados de nosotros mismos.

Fuimos además de extraña una nación grande, una nación que acuñó el término de imperio, y lo desplegó por el mundo sin traumas, estos habrían de venir bastantes años después. Como tal nación, empezó a ser comprendida a partir de hechos tales como que, antes de ser ni tan siquiera algo más que un proyecto de conglomerado de pueblos,  personajes a quienes la historia del mundo reservaría lugar de honor; como puede ser el caso de Publio Cornelio Scipión, “El Africano”, hubieron de mostrar aquí sus aptitudes, para hacerse luego merecedores en otros campos, incluso de batalla, sus títulos, y los cantos con los que el mundo conocería sus proezas, y con los que las generaciones venideras conocerían y seguirán conociendo sus proezas.

Esta es sin duda una forma válida de acercarse a España. En caso de sentiros identificados con ella, no lo dudéis, las ingentes páginas de Menéndez Pidal os serán de grata investigación primero, para pasar a constituir luego un más grato si cabe recuerdo.

A pesar de todo, yo me identifico más con esas otras palabras, que, escritas por otro notorio, Julián Marías en este caso, vienen a vestir una España comprensible desde la psicología, sin desmerecer por ello un ápice del componente histórico. Un componente histórico que, manejado con una habilidad impropia de un español de una época en la que la crítica a España era poco menos que traición, y en la que la palabra psicología era peor que un eufemismo de la muerte merecida para aquél que jugaba con cosas que no constituían materia del agrado de Dios, él fue capaz de unirlos de manera tan congruente como inseparables.
Unas palabras que, escritas en definitiva especialmente en la última edición de un libro ingente donde los haya, y que sólo con su título: Ser Español, (no lo dudes I. llegará el día en que sienta más necesidad de devolvértelo que de atesorarlo), muestra ya con lo expeditivo del que se sabe de vuelta de muchas cosas, la capacidad cuando no la necesidad de empezar a llamar a las cosas por su nombre.
Un libro que, con apuntes como este: “español es aquél que vive con la desgracia de creerse siempre mejor que aquellos que son sus contemporáneos. Es aquél que encuentra menos dificultad en identificarse con coetáneos que llevan trescientos años muertos, que en hacerlo con aquellos que viven en la escalera, a los cuales además desprecia. (…) en cualquier caso, español es sin duda aquél que puede partirse la cara sin dudarlo para mantener intacta la honra de la mujer que no conoce, si bien de igual manera no dudará en desoír la llamada oficial que le exija acuda a defender la integridad de la propia.

Porque tan sólo cuando podamos sopesar cosas como esta, podremos empezar a intuir la carga de acontecimientos como el que en el día de hoy, 17 de julio, no sabemos si conmemorar u ocultar.

A lo largo de toda la tarde de aquél 17 de julio de 1936, se habían estado trasladando subrepticiamente desde el parque de artillería, hasta el edificio de la Comisión de Límites, armas destinadas inequívocamente a los falangistas, para su uso en el más que evidente alzamiento que desde la muerte de Calvo Sotelo era según ellos, inevitable por lo imprescindible.
Las autoridades tienen conocimiento del hecho, cursándose por parte del elemento gubernativo las pertinentes órdenes de registro y aprensión. Hacia las 15 horas de ese 17 de julio el Teniente Zaro, encabeza una redada en el mencionado edificio de la Comisión, en el que se está celebrando una reunión de los dirigentes locales de la sublevación destacando entre ellos la presencia del Teniente de la Torre, elemento de la Legión. En ese momento, los conjurados son conscientes que, de llevarse a cabo el registro perderán las armas que están preparadas para ser repartidas entre la población, peligrando de manera definitiva la imprescindible toma de la ciudad, a la par que el incuestionable riesgo de su propio apresamiento será una total realidad. De la Torre se escabulle aprovechando la dilación de tiempo que supone el que las fuerzas policiales cumplimenten la burocracia previa al registro; llama a la península y pide ayuda. Esta se manifiesta en la irrupción en escena de un pelotón de la Legión, que encañona y rinde a las fuerzas leales a Madrid, y al legítimo Gobierno de la II República. La Guerra Civil no puede sino adelantarse en su comienzo.

Y esta constituye otra de las grandes miserias de España, la de no saber si es mejor caer para la historia en mano de una serie de militares reyezuelos de taifas con aspiraciones de salvadores de la patria, o el hacerlo en manos de un grupo de descamisados incompetentes que, atribuyéndose favores que se les quedan grandes, montan como en las fiestas de su pueblo, baile para tres días, y lo postergan durante tres años, haciendo que la factura la paguen como siempre otros.

Porque ese es el ingrediente que termina de aderezar la salsa de esta historia. El ingrediente de la desvergüenza que “gastan” aquellos que todavía hoy se empeñan en vestir de lagarterana los considerandos de la historia. Cruel es el país que permite permanecer en sus fronteras a los herederos de sus  tiranos claman con fervor los herederos de los Moa y Compañía. Mientras asistimos con el desparpajo del ignorante, y con la indolencia del niño, a la crucifixión de jueces que han querido apartar esos centímetros de grava, para comprobar como el oprobio de la historia sigue exigiendo demasiadas responsabilidades.
Y el tiempo, tal vez afortunadamente, sigue su curso. Hoy ya necesitamos ayudarnos de los dedos para contabilizar los años que se cumplen del Glorioso Alzamiento Nacional (lo siento, no podía acabar esto sin mencionarlo). Y lo que es más importante, una generación entera ha nacido ajena del todo al conocimiento del dato del Trivial de quién era el Caudillo.

A pesar de todo, a mí me recorre el sudor frío de la indignación cuando algún desalmado, a lo peor algún ignorante, todavía brama en la barra de algún bar clamando la vuelta de Franco.

Así que, hoy más que nunca, recordad, las hogueras vuelven a arder. Su Juicio se acerca, y es inminente.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

viernes, 13 de julio de 2012

martes, 10 de julio de 2012

NO QUEDA LUGAR A LA DUDA… NOS HAN VUELTO A ENGAÑAR. (y son dos ya las veces)


El presente lo redacté hace casi tres años. Y visto el ambiente general en el que nos movemos, creo que, lejos de aprender, no hacemos sino redundar en el error.

Primero nos convencieron de que todo iba de maravilla, de que todo era genial, de que España ya no era España, o al menos no aquella España de guitarra y pandereta a la que nos habíamos acostumbrado, en la que encontrar un kilómetro de autopista era poco menos que un milagro, y que tuvo que esperar a eso, a un milagro que se inició con nuestro ingreso en la CEE en 1986, para materializarse luego en aquel bendito 1992, en el que la mayor parte de los adultos perdió definitivamente el lastre de la caspa moral, a la vez que los jóvenes aprendíamos a soñar.

Desgraciadamente tuvo que ser también por aquella época el momento en el que otros, los más avispados, captaron la manera de enriquecerse y es que, no fue hasta ese momento cuando en España alguien podía aspirar a ganar dinero, con su trabajo. Por ello, resulta cuando menos preocupante, que los aparentes estados de amnesia que hasta el momento parecían sufrir tan sólo nuestros políticos, hayan acabado por afectar también, si no en mayor medida incluso, al común de los mortales que al menos hasta ayer cubríamos la faz de este mundo, y de esta España; consolidando con ello la certeza de que, efectivamente, a día de hoy tenemos un verdadero problema.

Y es que, algunos pensábamos que esa capacidad de abstracción que nos permitía comprender sin ningún género de dudas que, efectivamente, tal y como todos sabíamos, la mayoría de nuestros representantes no vivían en el mundo real; baste para ello analizar algunas de las declaraciones que se han vertido durante la reciente campaña electoral; han acabado lamentablemente por “infectar” de manera tan eficaz como lamentable a algunos de nuestros comunes, tanto como mortales.

Los Gobiernos de izquierda tienen como misión repartir (siguiendo criterios sociales) la riqueza que generan los de derechas. Así reza una máxima formulada por un famoso politólogo francés del pasado siglo. Dentro de la incuestionable certeza de la misma, y sin entrar en demasiadas profundidades en discusión de las formas y de los fondos, sino más bien por aquello de contextualizarla dentro de nuestra línea argumental: ¿Cómo demonios se puede entender que de una Europa eminentemente obrera, y dentro de la que sin duda es la mayor crisis económica de la que el Sistema (no lo olvidemos Capitalista) tiene constancia, desbarre hacia la Derecha.?

Europa no puede permitirse el lujo, y España menos todavía, de volver a confiar, o mejor dicho de poner sus designios políticos y por ende económicos, en manos de una derecha ideológicamente cavernaria que, económicamente sigue apostando por un sistema, el capitalista, que acaba de manifestar no ya solo sus debilidades, sino principalmente la maldad implícita que le es propia. Así, a partir de abstracciones que disfrazan tras enrevesados términos como “especulación”, no hacen sino desarrollar un sistema que requiere para su supervivencia, de planteamientos “infinitos”, a desarrollar en una realidad “finita”. ¿Cómo salvar éste pequeño inconveniente?, Fácil, gracias al tan traído por todos y por pocos comprendido concepto de la “especulación”, generamos la ilusión de que existen realmente los duros a cuatro pesetas, de manera que siempre se queden los mismos con la peseta que sobra.

Por ello, una vez más, y van tres desde la muerte del Dictador, España ha hablado, y lo ha hecho con voz clara que no alta, ya que el elevado nivel de la abstención le ha quitado intensidad al vocerío. De nuevo nos echamos en manos del gestor, del economista, aunque para ello debamos inexorablemente de desacreditar al político.

La Derecha es, sin lugar a dudas, mejor gestora de capitales. De igual manera a la izquierda le queda, de forma clara, reparar los jirones en los que el excesivo realismo del Capital deja convertidos los sueños propios de la utopía. Sin embargo, será responsabilidad de todos estar muy atentos del precio que en esta ocasión habremos de pagarles a esos gestores de pacotilla los cuales, no lo olvidemos, no hacen sino jugar a salvadores de una patria cuya existencia, no lo olvidemos, deben y debemos a una Historia que no se gestó a golpe de calculadora y letra de cambio, sino de sueños y convicciones de que una España y una Europa enteramente sociales, eran posibles.

Luis Jonás VEGAS VELASCO
noviembre de 2009..

domingo, 1 de julio de 2012

A LA MÁS PROFUNDA DE LAS FELICITACIONES


Enhorabuena Señores Dignatarios! Mi más sentida felicitación. Vaya por delante no sólo por el éxito conocido, sino incluso, o más bien, por la forma mediante la que éste se ha conseguido.
Por un instante, han llegado Ustedes a parecer serios.

Sin embargo, de nuevo, la realidad se empeña en ofertarse como disidente. Una realidad que adopta la forma de José, un pintor que hace cuatro años montó su empresa con toda la ilusión del mundo. Él no quería “vivir por encima de sus posibilidades”, de verdad que no. Él sólo quería llegar a casa como cada día deslomado de trabajar. Pero deseaba añadir al placer de dar de comer a su familia, el hacerlo sin tener que estar permanentemente agradecido a la bondad del Patrón.
O la de Isabel, una camarera que, cansada de ver como personas aparentemente menos cualificadas que ella, decidió alquilar un pequeño local que había cerrado hace catorce meses. Ella tampoco quería “vivir por encima de sus posibilidades”. Simplemente deseaba llegar a su casa cada noche igual de deslomada de lo que lo venía haciendo hasta ahora, pero hacerlo al menos con un objetivo claro.

Ambos no se conocen de nada, pero algo les une. Tuvieron que poner punto final a sus sueños el pasado miércoles.

¡Lástima! Seguro dirán algunos. Si hubieran esperado un poco más, la alargada sombra del éxito alcanzado el pasado viernes, les hubiera alcanzado.

Como una perfecta metáfora de España, ambos llevaban malviviendo desde mayo del año pasado. Primero fue la renuncia a su sueldo. Luego vino el penoso trance de empezar a despedir a compañeros. Lo último y sin duda lo peor fue tener que comunicar a los proveedores que no cobrarían en el plazo dado. Sin duda ése era el último vestigio que le quedaba a la Cultura del Capitalismo y de la Libertad de Mercado.

Pero una vez más, como enésima excusa, lo que les ocurra a José y a Isabel no constituye material a incluir en las Reuniones del ECOFIN. Como es más lógico si cabe, el G20 no sabe ni localizar en un mapa la ubicación de las provincias en las que se albergaban los hogares de ambos. Y lo peor de todo es que nos parece hasta lógico el que así sea.

Entonces, llegados a semejante estado, ni puedo ni debo demorar un instante más la cuestión que me lleva a sentarme un día más ante el teclado.

¿Para qué demonios no ya hemos construido un Sistema tan estructurado? Y lo que es peor, ¿Por qué seguimos manteniéndolo?

Inmersos en el trescientos aniversario de la muerte de JJ ROUSSEAU, ¿De verdad tan poco hemos avanzado en ciertas cuestiones cuya primacía resultaba ya por entonces irrevocables?

Cierto es que no voy a caer en las tentaciones de establecer comparaciones. Si bien, no voy a recortar en placeres de decir que Luis XVI vestía mejor que HOLLANDE. Y por supuesto, el Káiser Guillermo no necesitaba forzar la postura tanto como Merkel para lograr intimidar con clase.
Pero lo que en realidad les diferenciaba a ellos de la caterva que hoy tenemos, era que siempre supieron dónde estaba el límite.
El límite del respeto, de lo moral, de lo serio…de lo refinado si quieren. Ése límite que si se supera, pasa como cuando le pisas el rabo al gato, que incluso el más dócil saca las uñas, y te puede rasgar el vestido, como a María Antonieta.

Pero aquí y ahora, en el colmo de la desvergüenza, ni siquiera esos límites son conocidos. Siguiendo un ejercicio perverso, a caballo entre las concesiones que los Emperadores se hacían, y los que los reyes absolutistas se olvidaron, cabalgan hoy nuestros modernos dirigentes. Revestidos de un falso halo de autoridad, supuestamente reposado en las cenizas de una Democracia que ellos se han encargado de hostigar, se embelesan en sus tiempos (25 Reuniones al más alto nivel), para alcanzar ahora casi de repente un acuerdo que de por sí no es, sino otra opereta bien montada.

Sin embargo, a ellos les sirve. Les sirve para seguir adelante, creyéndose cada día los dueños de un escenario que, una vez más, amenaza con desmoronarse. Les sirve para alejarse de sus representados, rompiendo con ello la base fundamental de la norma según la cual lo único que les mantiene en pie, como a sus Gobiernos, es la voluntad del Pueblo.

Hasta el César llevaba a su lado a un hombre que le recitaba al oído: “Recuerda César, eres mortal.”

Pero José e Isabel son mortales, como también lo son las familias de los cientos de Josés e Isabeles que mañana por la mañana tendrán que hacer un curso de economía avanzado para saber si la Prima de Riesgo y la Bolsa son de una vez consecuentes con el supuesto éxito de esos, los nuestros dirigentes que, definitivamente, necesitan llevar alguien a su lado para recordarles no ya que son mortales, sino cuál es y dónde reside el poder que les ha llevado a donde están.
Para muchos ya es, desgraciadamente, demasiado tarde.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.