martes, 31 de mayo de 2011

DESDE LA PRIMERA PERSPECTIVA, LA DEL TIEMPO.


La verdad es que desde la noche del pasado domingo no he tenido fuerzas, no ya para analizar los hechos con los que la Realidad nos ha abofeteado, sino tan siquiera para sentarme a plasmar en pensamiento cualquier hecho al que hacer alusión.

Sin embargo, una vez superado el mal trago, que no te quepa duda, existe, considero oportuno, máxime si además tú así me lo pides, llevar a cabo algunas reflexiones, no con el ánimo de explicar, ni tan siquiera de minimizar, los hechos acontecidos el pasado veintidós de mayo.

En primer lugar y por adelantado, las elecciones no las gana el que opta al Poder, las pierde invariablemente aquél que gobierna. Este hecho, que parece una obviedad, alcanza su expresión máxima en situaciones como la que nos ocupa, a saber, cuando todo intento de llevar a cabo la exposición de un Programa Electoral plausible, o sea, mínimamente atractivo, choca de plano con la realidad que este caso se manifiesta en la propia acción de Gobierno, y que en este caso muestra desde negociaciones laborales fracasadas, hasta políticas impopulares en general, pasando por congelaciones de sueldo a funcionarios. En definitiva, la sempiterna presencia de la crisis, que todo lo contamina, se ha mostrado como el verdadero motor de la Campaña. Y todo ello recuerdo, inmersos en una Campaña Electoral que para colmo ha estado polarizada por dos grandes asuntos, a saber, la llegada de la izquierda abertxale, y la irrupción del movimiento 15 de mayo.

Así dicho, de plano, al Partido Popular bien le hubiera bastado con esperar sentados la llegada de la fruta madura. O al menos muy probablemente ese constituiría el mejor consejo que cualquier analista avispado podía haberles dado. La causa, evidente: ¿Por qué arriesgarse a pifiarla diciendo algo inadecuado, por ejemplo desvelando el verdadero Programa del Partido?

Sin embargo, por más que semejante postura pudiera mostrarse, incluso a la larga ser hasta beneficiosa para los electores en forma de tranquilidad, alguien les indicó a los aprendices de brujo, a saber Sr. Blanco y Sra. de Cospedal respectivamente, que así no valía, que no era del todo lícito; y ambos se lanzaron a la loca carrera que supone la sinrazón de una Campaña en España. Evidentemente, como te puedes imaginar, esta línea de actuación pronto tuvo sus consecuencias. Por parte del equipo “reserva”, enseguida se empezaron a correr riesgos que se manifestaban en forma de prometer cosas que sólo son comprensibles no ya como tales, sino inmersas en ese plano de realidad propia que lo constituye la Campaña Electoral. Pero es que por parte del equipo “titular” a saber el Gobierno, las opciones no fueron mucho mejores. Además, su ejercicio de gobierno, para qué lo vamos a negar, de giro hacia la derecha, venía a contradecir cualquier atisbo de luz que una promesa mínimamente creíble pudiera aportarnos, a aquellos que queríamos creer.

Y en medio de todo esto, el Sr. Rajoy encuentra su particular Piedra de Rosetta. “Hagamos que estos Comicios se conviertan en un Plebiscito, en una Primera Vuelta de unas Elecciones Generales.” Genial, en esencia no se trata sino de engañar una vez más al Común, el cual acude a votar en un contexto ya lo suficientemente viciado, para que además le cambien las reglas una vez comenzado el partido. Total, a nadie parece importarle el hecho de que se nos usurpe el derecho a decidir sobre las instituciones más cercanas a nosotros, a saber aquellas que más influyen con sus decisiones en nuestra vida. Vamos cualquier cosa.

Y así ha transcurrido en cualquier caso el primer episodio de esto que todavía algunos deseábamos fervientemente fueran nuestras elecciones a Ayuntamientos.

Entonces aparece en escena el asunto de la mal llamada izquierda abertxale. Si un Partido cumple la Ley, es legal, parece bastante sencillo de entender, incluso para un Magistrado de la Sala del 61, del ramo conservador. Pues parece que no es tan sencillo de entender. Y no contentos con eso la cosa se complica hasta el punto de acabar en el Constitucional, como si este fuera el Tribunal de Casación del Supremo, al que, dicho sea de paso, hemos denigrado públicamente haciendo que su Presidente, Sr. Dívar, tenga que salir en Televisión para llevar a cabo unas declaraciones que algunos consideramos impropias, habiendo de justificar no ya una decisión, sino afirmando que la misma no se ha tomado bajo ningún tipo de coacción. Vamos, que la institución ha quedado francamente para chapa y pintura.

Y como colofón, el movimiento quince de mayo. “reflejo del viento renovador” para unos “ un atajo de antisistema desarrapados que podían irse a protestar a La Moncloa” para otros, a saber Sra. Aguirre.

Hastío, apatía, desidia y aburrimiento del Sistema. Esos son los ingredientes que constituyen el caldo de cultivo de un movimiento que irrumpe en la Campaña, no lo olvidemos, el mismo día que el Sr. Presidente del Santander elige para explicar que “los periodos de crisis para la mayoría constituyen el gran filón que otros aprovechamos para amasar nuestras fortunas.” Creo que no necesita comentario.

Pues parece que algunos han decidido que no solo necesita comentario, sino a saber incluso aclaraciones al respecto. Y por eso ahí siguen, y no contentos con eso, cada vez son más. Así empezaron hace 16 meses en Islandia, y mira donde están hoy.

Así que si, en resumidas cuentas, La Derecha ha ganado las elecciones, a saber con el siguiente número de bajas:

Î Ha pervertido de manera maquiavélica un proceso electoral, convirtiendo en Elecciones Generales lo que no eran sino las Elecciones a nuestros Ayuntamientos, aquellas en las que deberíamos elegir a aquellos tan cercanos como son nuestros vecinos.

Î Ha puesto patas arriba el Sistema Jurídico español discutiendo para ello todas aquellas decisiones que no le eran propicias, y no dudando en marginar a aquellos Jueces o Instituciones Judiciales que no le eran agradables.

Î Ha prendido la mecha de un movimiento como el del 15 de mayo, cuyas consecuencias hoy aún es demasiado pronto para valorar.

Así que sí, de verdad, podemos decir sin ánimo de equivocarnos que la Derecha ha ganado las Elecciones del 22 de mayo; pero con la Historia en la mano, entre las elecciones Locales del 12 de abril de 1931, y el famoso “España se acuesta monárquica y se levanta republicana”, pasaron apenas 72 horas.

Por eos ahora viene lo mejor. ¿Qué va a hacer? ¿Se dispone a estar once meses presionando al más puro estilo váyase señor González? O por el contrario va a tener los arrojos de presentar una moción de Censura.

Once meses a ese ritmo son insostenibles, tanto para el que los lleva a cabo, como para el que los soporta. Sin embargo, una Moción de Censura tiene consecuencias en forma de responsabilidad porque, sinceramente ¿Quién a día de hoy apoyaría al Sr Rajoy para desbancar al Sr. Zapatero de la Presidencia mediante la opción del Congreso.?

Pero esta, y otras cuestiones serán objeto de otro análisis, mañana por la mañana.

Luis Jonás VEGAS VELASCO-

domingo, 22 de mayo de 2011

EL COMIENZO DE UNA NOCHE CUYAS CONSECUENCIAS SE PROLONGARÁN EN EL TIEMPO, EN LA TRASCENDENCIA.


La Noche Electoral es ya un hecho pretérito. Atrás han quedado los panfletos, los discursos… los dimes y los diretes. La suerte está echada, y lo único que a estas alturas queda claro es que el cambio ha llegado, y lo ha hecho para quedarse.

Lo más difícil está hecho, y lo más difícil no era sino devolvernos a todos el derecho a volver a creer, si no en la clase política, sí al menos en la propia Política. Los datos nos dan la razón, o al menos lo hacen aquellos datos que en realidad deberían preocuparnos, los que se refieren a la participación. EL PUEBLO ha salido a manifestar su opinión, y lo ha hecho con autoridad, con la autoridad que proporciona el saberse de nuevo depositarios de la PROPIA AUTORIDAD. El clamor está claro. Por primera vez en mucho tiempo los idiotas en las Polis han dejado abiertamente su lugar a los políticos.

Ahora es el momento de las responsabilidades. Responsabilidades que han de alcanzar tanto a los que se vean directamente implicados en ellos; como a aquellos que por omisión no sean capaces de pedir esas mismas responsabilidades. Y me estoy refiriendo directamente a los resultados de BILDU, y a la compleja implicación que estos tienen a la hora de dibujar no ya sólo el Mapa Político del país, sino especialmente a las consecuencias que las “maniobras” que a partir de mañana se desarrollen en pos de formar gobierno algunos estén dispuestos a efectuar. Así, el PNV tiene ahora una difícil tarea, aquella que se deriva del hacho objetivo de encajar en su trama los grandes resultados de BILDU, sin que parezca que la postura de la que en todo momento hizo gala en el penoso proceso de la legalización, les lleve ahora a patinar por aquello de la excesiva efusividad.

Pero si a alguien le afecta la responsabilidad derivada, en este caso del “Movimiento del 15 de mayo”; es a los denominados partidos minoritarios. Que a nadie se le escape. La segunda lectura del resultado electoral no es otra que la llamada de atención hacia el bipartidismo. Un bipartidismo que, de todas, todas, ha de interpretarse no ya en clave de Elecciones Autonómicas y Locales, sino en términos netamente ligados al medio plazo. Un medio plazo que no sólo afecta a las decisiones del propio movimiento del 15 de mayo, que a estas alturas no sólo permanece en las calles, sino que “amenaza”, bendita amenaza, con permanecer en las calles. Un medio plazo que afecta por otro lado a las aspiraciones del Partido en la Oposición.

Porque llegados a este punto, ha de recordarse necesariamente un hecho histórico. Las Elecciones no las gana el que opta, las pierde el que ha gobernado. Y este hecho, que es una realidad, se cierne en este caso como una Realidad amenazante. Una amenaza que parte del hecho cuyas semillas se han sembrado abiertamente a lo largo de la Campaña Electoral por parte del Partido que opta a gobernar. Un hecho que no es otro que el de convertir estos resultados en plebiscito en pos de las Elecciones Nacionales, sustrayéndonos con ello el derecho a elegir abiertamente a nuestros representantes más cercanos.

En esencia, es probable que nuevamente en la Historia de España, nos levantemos mañana en un escenario totalmente distinto a aquél en el que nos acostamos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL LARGO CAMINO HACIA LO LÚGUBRE.


Los caballos pifian. Una vez coronada la colina, superada la suave pendiente que les aleja de la ciudad, parece verdaderamente que el aire está más ligero, que es menos denso. Desde su llegada a Castres el Padre Nicolás no recuerda una sola tarde en la que el aire no esté viciado, cargado con esa extraña densidad que parece cargarlo todo por aquellas tierras, y que en cualquier caso a él parece perseguirle, para abotargarlo.

A pesar de todo, su labor está hecha. Como Inquisidor mayor de Aragón, ha sabido cumplir sus órdenes, y además lo ha hecho de una manera envidiable. Ha sido capaz de conjugar en una sola acción, el camino necesario para lograr el éxito en sus dos complicadas y a priori imposibles de coordinar propósitos. Ha sido capaz de reforzar el Poder de aquellos que le promovieron hasta allí, a la par que ha sabido poner fin a la herejía.

Pero lo gritos ensordecedores de sus víctimas resuenan en sus oídos. Su sueño será el precio que habrá de pagar. La jauría tiene hambre. Él la saciará.

Mientras tanto, el Padre Corona no parece estar muy de acuerdo. Sus hábitos dominicos conservan todavía el olor. La frase de Ricardo al tomar San Juan de Acre unos años atrás se hace sitio de nuevo: “Matadlos a todos, que Dios se ocupará de separar a los buenos de los impíos allá en el Cielo.”

Han transcurrido más de setecientos años, y sin embargo, asistimos un día más, desde la inmunidad que nos proporciona la apatía, a otro de esos episodios en los que el animal que llevamos dentro aflora, llevándose por delante de manera dantesca, por no decir macabra, aquello que ha tardado tantos años, que ha costado tanto tiempo, arraigar en nuestra conciencia. La capacidad para distinguir lo bueno de lo malo; de separar lo correcto de lo incorrecto. La capacidad para saber lo que está bien, y actuar conforme a ello.

La muerte de Bin Laden, o más concretamente la cadena de acontecimientos que se han sucedido una vez conocida la noticia, se han convertido en un ejemplo claro de lo que ocurre cuando la sociedad se convence a sí misma de que el mero paso del tiempo acarrea propiamente progreso. Nada hay más frágil en la condición del Ser Humano que su arriesgada apuesta por la Moral. La Moral, ese extraño hecho que nos proporciona la condición que nos hace humanos, en tanto que nos aleja de la original y no menos propia, la de animales.

Sin embargo, no puedo dejar de convencerme de que el progreso en Moral no sólo no es rectilíneo, sino que además se encuentra jalonado de retrocesos, de vaivenes; de continuas idas y venidas; en tanto que una vez más mis semejantes me sorprenden tomando la decisión de que, tal vez para dar un paso hacia delante, sea perentorio dar dos hacia atrás.

No se trata de que la imagen todo un Premio Nóbel de la Paz se congratule abiertamente ante las cámaras de todo el Mundo atribuyéndose la muerte de un semejante. Para evitar eso, sería suficiente con que a partir de ahora se modificaran las condiciones a partir de las cuales se fuera merecedor de semejante atributo. Lo más sangrante, lo más inquino, a la par por qué no decirlo de lo más vergonzoso, ha sido comprobar como todo el mundo, con sus líderes a la cabeza, competían en una macabra carrera en pos de ver quién felicitaba antes al verdugo por haberse cobrado su pieza.

Ahora sólo falta que cumplan con el ritual de mostrarnos su cadáver, lo descuarticen y coloquen sus restos en cada uno de los cuatro senderos que marcan la llegada desde los distintos lugares. Todo ello con el consabido mensaje: “Que todo el Mundo sepa que en este lugar se imparte Justicia.”

Flaco favor se ha hecho hoy a la Justicia.

Hoy hemos retrocedido varias centurias en nuestra evolución. Si aquel fatídico 11 de septiembre se puso fin a la posibilidad de comenzar un siglo XXI de manera honorable, los acontecimientos que acaban de desarrollarse, y para los que una vez más lo atribulado de la actualidad nos impide ser netamente conscientes de lo que ocurre; no hacen sino devolvernos a la cruel realidad que hace innecesaria cualquier interpretación, cualquier metáfora. Basta con ver a nuestros semejantes gritando presas del fervor U.S.A, U.S.A. nos sirve para entender que, necesariamente, tenemos que haber retrocedido en el tiempo, o habernos materializado en otro espacio, un espacio propio a la atmósfera del Planeta de los Simios.

Y en medio de todo esto, cualquier posibilidad de dejar a nuestros descendientes un Mundo Mejor, se desintegra, se hace añicos, como aquél juguete que, siendo niños, y por más que nos dijeron una y otra vez que tuviéramos cuidado, acabó resbalando entre nuestros dedos, tal vez materializando nuestra convicción moral de que ciertamente, no éramos merecedores de tanto honor.

Toda Sociedad corre grandes riesgos en pos de su evolución. Uno de los peores es el que se materializa cuando creemos que el nuestro es el mejor de los tiempos posibles. A partir de ese momento, la soberbia abre el camino a las enfermedades que, antes o después acaban por destruir todo atisbo de desarrollo moralmente correcto.

Lo acontecido hoy, nos lleva a tener que aceptar la convicción de que aquello que comenzó el 11 de septiembre de 2001, y que amenazaba con evitar un buen siglo XXI, se ha completado hoy. La jauría vuelve a tener hambre. Por ello jalea la muerte de uno de los suyos, y encumbra al poder a otra fiera, que en definitiva no hace sino rugir de otra manera, de una manera que es más satisfactoria para la caterva.

El círculo se ha cerrado, otra ocasión de hacer algo verdaderamente bueno desperdiciada. Y en esta ocasión sabemos algo peor. Sabemos que somos responsables, sabemos que el tiempo se acaba.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

lunes, 2 de mayo de 2011

EL INEFABLE PRECIO DE LA DIGNIDAD.


Leo hoy una columna del insigne Sr. VINCENT, en su habitual contraportada de el diario El País. La Historia se escribe desde que existen las cámaras. Esa viene a ser la idea principal. Una idea a partir de la que, o después de dar varias vueltas en el mejor de los casos, le sirve para, una vez más, arrojarnos a la cara esa, otra de nuestras vergüenzas a partir de las cuales, la mayor de las tragedias humanitarias, el mayor de los riesgos nucleares, o el mayor de los temores bélicos; dejan de tener para nosotros criterio de actualidad, en cuanto hayan transcurrido dos horas desde la última conexión en directo del medio de prensa que corresponda.

Y es precisamente la paradoja a partir del razonamiento de partida, la que me lleva a ser todavía más franco en la sinrazón que a mi entender se manifiesta a partir del absoluto silencio que han merecido las palabras del Sr. Presidente de los Estados Unidos de América, cuando a mediados de la semana pasada, en un discurso televisado para todo el mundo, anunciaba entre otros asuntos el abandono que Estados Unidos hacia de manera efectiva de la hasta ese momento función asumida a la par que por todo el mundo aceptada de “policía del mundo.”

Yo, por el contrario, me refiero a otra frase. Una frase mucho más corta, y quizá por ello mucho más contundente. Una frase que, por terrible, y en pos de mantener ocultas las consecuencias que de ella evidentemente emanan, ha sido soslayada de toda la crítica política. Sin más preámbulos, una máxima según la cual: “Estados Unidos no puede seguir haciendo frente al elevado precio de la dignidad Humana.”

Elevado precio de la Dignidad Humana. Se refiere tal vez al millón de dólares que cuesta cada uno de los Misiles de Crucero que se están lanzando, una vez más, en esa la última, misión militar en la que nos hemos embarcado. O se refiere por el contrario a los miles de Euros que otros, por ejemplo en Europa habremos de hacer frente por cada diez dólares que suba el barril de petróleo, a causa directa de esa guerra.

Pero no, estas de verdad no pueden ser las verdaderas causas. De serlo estas no se diferencian en absoluto de aquellas, que ya dimos algunos en dos mil tres, cuando a partir de una lamentable fotografía, nos lanzamos a fuego contra un país que, aún hoy todavía paga las consecuencias.

Las nuevas causas, tienen que ser, esencialmente, nuevas. Por ello no pueden ser ni estar formadas a partir de elementos antiguos.

Así, estas, las verdaderas causas hemos de buscarlas en un giro de lo que aquella Convención de las Azores logró; a saber, humillar a Europa, haciéndola manifestar su mayor pesar. Que la ausencia a saber de una política militar y de defensa conjunta, convertía a la OTAN, y lo que es lo mismo a Estados Unidos, en la única línea en caso de necesidad militar.

A eso es a lo que se refiere Obhama, ya que si aquello fue indignante, más lo sería no haber aprendido el coste de nuestras lecciones, y desaprovechar otra vez la posibilidad de recuperar nuestra dignidad.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

MAYO DE 2011.