lunes, 29 de noviembre de 2010

ELECCIONES CATALANAS, UN RESULTADO PRESENTE DESDE LA ÓPTICA DEL PASADO.

Una vez que los ecos de las recientes elecciones al Parlamento de Cataluña se han apagado, o al menos han quedado notablemente rebajadas en su intensidad por ese otro ejercicio de independencia que es en lo que aparentemente se ha convertido el partido de fútbol que a estas horas ya ha debido de finalizar, y que como todo el mundo sabe enfrenta a los equipos del F.C Barcelona y Real Madrid; hemos de comenzar a analizar con perspectiva los hechos que han acaecido.

Ablando ahora en serio, nadie dijo que las cosas hubieran de ser fáciles. Además, hablando del Asunto Catalán, las cosas lo son todavía menos si cabe. Sólo así parece poderse entender el único hecho que, a estas alturas, parece incuestionable, el ascenso del Centro Derecha, si es que este apelativo es aceptable en la escena política española.

Así, la recuperación del poder por parte de CiU, es algo que, en la medida en que responde resultado del sufragio emitido por el pueblo, no ha de merecer cuestionamiento al respecto alguno. Sin embargo, el hecho de que en la misma cita electoral el Partido Popular obtenga sus mejores resultados en Cataluña, es algo que convierte este hecho en algo cuando menos comprometido en el caso de quererse analizar con los mismos elementos de juicio que el apunte anterior.

Y es que, el Partido Popular no es sino aquél que, allá por las calendas de 2005 llevó ante el Tribunal Constitucional la cuestión de la legalidad del Estatuto Catalán, aquel por otra parte que ha marcado los últimos meses de la política en España, y sin duda los de Cataluña.

Por ello, acompáñenme si quieren, en un viaje al pasado, un viaje a hace cinco años....

ESTATUTO CATALÁN: UNA NACIÓN MÁS, ¿UN PAÍS MENOS?
Por Luis Jonás Vegas



Esa no es sino la duda desde la que planteamos el presente, tras comprobar los efectos causados por la todavía no lo olvidemos propuesta de modificación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, en tanto en cuanto que todavía no se han diluido del todo los tambores de guerra que cada vez con más fuerza hacen resonar los dirigentes del P.P, bien sean éstos entonados por medios propios, por ejemplo a través de esa campaña que va a costar alrededor del ......

....medio millón de Euros, los cuales, no lo olvidemos, pagaremos entre todos; o a través de métodos menos directos, como puede ser dotando de carnaza, eso sí, en este caso una buena pieza, a la densa red de prestidigitadores orales y chambelanes de corte resentidos que se pasean aún hoy por determinados medios de comunicación arrastrando sus miserias en forma de inquina por no poder encajar que, esta vez sí, han perdido, a pesar de que sigan buscando “viejas batallas” desde las que resucitar o encumbrar a “los héroes” ¿de la nueva España?

Una vez superada, si es que en éste caso no es demasiado pedir la connotación política, nos encontramos con que, en base a la Constitución Española, que rige a todos los españoles y cuyos contenidos se materializan en los Estatutos Autonómicos, incluido el Catalán; y a la interpretación histórica, varios han de ser los elementos que entren en juego a la hora no ya de promulgar, sino que será suficiente con promover, una revolución Social y Política del calado de la que hoy nos ocupa. Estos elementos deben ser al menos motivación, contenidos y, por supuesto, objetivos.

En el caso de la motivación, indiscutible para cualquiera que analice el problema desde el prisma de la objetividad, y sin apasionamiento, es evidente que es lo que sobra. A nadie se le escapa que hay pocos lugares en el mundo, y por supuesto dentro del Territorio Nacional ninguno, en el que tan arraigado esté la conciencia de pertenencia exclusiva a la nacionalidad derivada de su territorialidad.

Sin embargo, y como hecho relevante y no por ello menos curioso, observamos como esta motivación, que se supone en la mayoría de los fenómenos sociales el mayor agente de aportación de beneficios, se convierte, en el caso del problema catalán, en su mayor lastre, ya que a la mayoría de españoles les molesta sobremanera que el ciudadano catalán se defina como tal. El motivo, a muchos de esos españoles les gustaría poder gritar con la misma fuerza con la que lo hace el catalán, su condición de españoles. Como resultado, de nuevo el quiero y no puedo que tantas veces ha perseguido al habitante de España a lo largo de la Historia, se repite.

Los objetivos, alimentados y consecuencia de esta motivación, aparecen por ende no menos claros. Lograr la Autonomía en el más amplio de los conceptos que este manido término conlleva. Liberarse, aunque suene lamentable, de la “asimilación española”, que para ellos supone el formar parte de una Nación con la que no se sienten identificados.

Y, por último, aunque a mi entender formando la parte fundamental del entramado, los contenidos. Nadie puede pensar que un fenómeno del calado del que nos ocupa se gesta en un día, o se argumenta desde la potencial cabezonería de un grupo de iluminados.

Para que un movimiento como el tratado tenga visos de fructificar, ha de llegar al pueblo, asentarse en todos los estratos sociales que lo conforman, dar a cada uno de ellos la parte que quieren recibir, o al menos permitirles escuchar lo que quieren oír, y finalmente ser capaces de tejer una estructura lo suficientemente tupida como para aguantar los envites de la Historia.

Porque en el caso Catalán se han logrado estos objetivos de manera tan evidente, por dos motivos fundamentales: Se han ganado al pueblo para que luche por ello, y tienen elementos Culturales e Históricos que argumentan sobradamente ésta lucha.

Respecto a la veracidad de la primera afirmación, parece evidente que el “movimiento catalanista”, por llamarlo así, tiene, a efectos de lucha social, mucho terreno ganado de partida ya que, tal y como la historia se empeña en demostrarnos continuamente, será aquél que disponga de la fuerza que aporta la clase social más numerosa, la productiva, el que se asegurará la salvaguarda de sus intereses ya que será esta clase social quien garantice la vuelta a la normalidad y la redefinición de las estructuras una vez reconstruido el orden.

En lo que concierne a lo segundo, y citando de memoria, son elementos tales como la tenencia de una Lengua propia, sustentada en un Literatura y en una Historia de la Literatura lo suficientemente reconocida, con autores de renombre que publiquen sólo en esa Lengua; unido todo ello a la existencia de rasgos diferenciadores respecto al grupo mayoritario, a la vez que identificadores del grupo minoritario, los que identifican la presencia de una Cultura. Por ello, parece de sentido común reconocer que Cataluña tiene una Cultura, en el amplio sentido que la palabra adquiere, propia respecto a la del resto de miembros de España.

Lejos de empujar hacia las repercusiones que para los catalanes, y potencialmente para el resto de españoles puede tener la aprobación del Estatuto Catalán, el objetivo del presente es advertir de las nefastas consecuencias, en este caso innegables que puede tener el hecho de “obcecarse de manera irresponsable en tratar de impedir a cualquier precio su aprobación.” Así, partidos de calado y de trascendencia “nacional”, deberían manifestar más cuidado y respeto hacia los ciudadanos de toda España a la hora de referir sus estrategias, algunas de ellas de marcado carácter revisionista y segregacionista, antes de emprender una loca carrera enarbolando el cartel del todo vale, empeñados en demostrar una ficticia unidad de España en la que ya sólo pueden creer los mismos que hace setenta años se empeñaron el “imponer su liberación”, aunque para ello tuvieran que pasar por las armas a los que cometieron el error de mirar a España con unos ojos diferentes que los suyos, incluido un Presidente de Generalitat.

Una vez más el problema no radica en la excesiva velocidad del tren del cambio motivado por algunos, sino en el excesivo lastre del inmovilismo que algunos se empeñan en arrastrar. Curioso resulta que alguno de éstos, intente argumentarlo desde la legitimidad de una Constitución en la que no creen, y que en el mejor de los casos consideran la “menos mala” de las soluciones a ese problema que tuvo a España, a la suya y a la de todos, cuarenta años atrapada en el barro del inmovilismo y el oprobio.

LUIS JONAS VEGAS
La Adrada, octubre de 2005


miércoles, 24 de noviembre de 2010

QUIEBRA DEL CAPITALISMO. PRÓLOGO.

DE CUANDO AL FINAL, PARECE QUE TANTO TIEMPO NO HA SERVIDO EN REALIDAD PARA NADA


Una vez más, la realidad se empeña en poner de manifiesto aquello que no hace sino permitir nos cuestionemos el nivel de “verdadera realidad” con el que está dotado este nuestro mundo, aparentemente siempre tan controlado, y dependiente de tan pocas “variables indeterminadas”.


Atendiendo a estos planteamientos previos, y en caso de mostrarse aquiescentes con los mismos, hemos de acertar, por paralelismo conceptual, que el día a día no parece sino tener el único principio vital de convencernos, a cada minuto pasa, de que el tiempo que nos ha tocado vivir, no es sino un momento dramático en términos sociológicos ya que, no solo no somos competentes a la hora de entender la realidad, sino que, y eso es lo más penoso, tampoco lo somos a la hora de diseñar los principios conceptuales que nos permitan aceptar en su verdadera dimensión tanto los cambios, como la nueva realidad que de los mismos se deriva.


De esta manera, renovación estructural, nueva realidad y globalización, han superado a estas alturas cualquier tamiz que les confiriera condición de idea o de concepto, para pasar a ser causa de choque frontal diario entre la Realidad Dinámica y Cambiantes que nos ha tocado vivir, y ese mundo de aparente ensoñación en el que todavía hoy algunos se empeñan en ubicarse, y contra el que cada mañana ya los informativos matutinos se empeñan en enfrentarnos.


Y lo peor de todo no es eso realmente. El verdadero drama reside en el hecho de que la placidez con la que hemos afrontado los últimos años, llenos de autosatisfacción y milongas, a la par que carentes de cualquier capacidad de autocrítica a partir de la cual activar un proyecto con aparente capacidad de plan b, se ha visto completamente desahuciada de origen, en la medida en que somos del todo incompetentes a la hora no ya de generar soluciones, sino incluso llegado el momento de concebir que, de todas todas, tenemos un problema, y de los graves.


Y en medio de todo este ruido, aquellos que siempre lo provocaron, porque son los que siempre lo provocan todo, deciden que ha llegado el momento de poner en marcha una nueva revolución, una revolución sorda, que igual se nutre de religiosos fanáticos capaces de inmolarse en una Mezquita con un cinturón de explosivos; mientras que a cientos de kilómetros la misma voz, esta vez por teléfono ordena la compra de Deuda Pública de un País con fines de especulación.


La máquina se ha puesto en marcha definitivamente, no es la primera vez que lo hace; de hecho lo hace periódicamente. Sin embargo en esta ocasión cuando pare, el resultado final no va a ser constatable ni tan siquiera para ellos. ¿Quién será entonces el responsable de ponerle de nuevo el cascabel al gato.?


Sin otro pareces, salvo aprovechar la ocasión que se me brinda para ofrecerle cumplida constancia de la más sincera de las consideraciones, se despide atentamente.

Luis Jonás VEGAS VELASCO

NOVIEMBRE 2010.

sábado, 13 de noviembre de 2010

DE HISTORIA, PODER Y TIEMPO.


Es curiosos como la Historia, en su intransigente divagar encadenada de manera inexorable al paso del Tiempo, nos sorprende a veces con efectos y fenómenos que parecen querer romper esa fructífera unión, logrando con ello la aparición de episodios que nos recuerdan tiempos pasados, o que incluso parecen más propios de otras épocas, en principio superadas.


Basta un ligero paseo por las Crónicas de la Historia, paseo que sin duda será mucho más provechoso si no nos limitamos a citar las fuentes de los vencedores, para comprobar como desde siempre, los poderosos han visto como su poder se consolidaba no a base de mostrarlo y manifestarlo, bien con ejercicios de suntuosidad, o con muestras de autoridad; la verdadera consolidación del poder se conseguía asentando en el dominado la convicción de que su estado natural era el de permanecer bajo el yugo del dominador, fuera éste laico, un señor feudal, o religioso, un señorío clerical.


Una vez asentado este poder, había que hacer uso de él. Se trataba de manifestar ante el resto de iguales, en tanto que se consideran enemigos potenciales, la magnitud del poder alcanzado. El poder de un Señor Feudal no se basaba tan sólo en la extensión de las tierras que poseía, sino también y fundamentalmente, en el número de vasallos sobre los que ejercía su dominio.

La relación de vasallaje, piedra angular de la época feudal a todos los efectos, al apoyarse sobre ella la en principio inestable pirámide social, explica cosas tan espectaculares como el privilegio que para un vasallo podía suponer morir por su Señor. ¿Podía caber mayor honor para un hombre convencido desde su nacimiento de su condición de siervo, desposeído tal vez desde la cuna de su propia condición de hombre en la más amplia acepción de la palabra; que el de morir en pos de aquel que justificaba de alguna manera su mísera existencia.? La respuesta la encontramos en fenómenos históricos como puede ser la Host de los Condados Catalanes, o el rebato, en las Cortes Castellanas.

Se entendía por la Host al conjunto de ciudadanos catalanes, era ésta condición “sine qua non”, que tenían el privilegio de, unidos bajo el pendón que les identificaba como pertenecientes a los diversos gremios de la ciudad, de acudir a pedir responsabilidades por la vía de las armas, sobre aquellos, nobles, señores, o incluso territorios extranjeros, que de una manera u otra habían podido ofender alguno de los privilegios que las ciudades catalanas tenían concedidos. Cuando alguno de éstos previos había sido infringido, la host era convocada al grito de “Vía fora”, grito que, como no podía ser menos, venía acompañado del incesante repique de todas las campanas de la localidad sobre la que se declarase. El júbilo con el que el hecho era acogido entre la mayoría de ciudadanos que creía firmemente estar luchando por su condición de ciudadano, no podía acalla el chirriante peso de la verdad, que no era otro que el de comprobar como, una vez más y como tantas otras, el vulgo, la plebe, lo más ínfimo del escalafón social de la época, luchaba y moría una vez más, y lo hacía de nuevo convencida de que era su deber, en condición ética, o tal vez como voluntad de Altísimo, para defender los derechos de un Sistema Feudal que permitía mientras al Señor Feudal mantener su posaderas calentitas al humor de las llamas de su chimenea en el Salón de Homenajes, mientras el común se partía la cara para conseguir a lo sumo y no siempre con suerte, ver como cambiaban un tirano por otro.


En la actualidad, los métodos han cambiado. Ya no se lucha en el sentido literal de la palabra, los señores feudales han cambiado sus medios de poder, aunque la mayoría sigue poseyendo ingentes cantidades de tierra, las cuales ya no valen en función de los kilos de grano que produzca, sino en función del Sector Urbanístico dentro del que queden recalificadas. El poder ya no se logra a base de controlar caballeros armados en las batallas, sino que se posee en función de lo involucrado que se esté dentro de los grupos encargados de generar opinión, o en base al número de influyentes que controles dentro de los círculos encargados de tomar determinadas decisiones políticas.


Sin embargo, hay una cosa que los nuevos señores feudales han copiado literalmente de sus predecesores de la Edad Media, cual es el seguir convenciendo al vulgo de lo inexorable de su condición. Existís para proporcionarnos nuestro poder, y si se ve en riesgo para defenderlo, aún a coste de vuestra condición de hombre libres. La Host y los gremios han sido sustituidos por movimientos asociativos encargados muchas veces de disimular las luchas intestinas de poder entre estos nuevos reyezuelos, encubriéndolas a menudo tras el aparente velo de legalidad que aporta la supuesta mayoría, una mayoría que a menudo se convierte en masa en tanto que encuentra en estos movimientos asociativos su única oportunidad para no pasar totalmente desapercibido en esta inexorable rueda que es la vida. Pero en definitiva, hagámonos una pregunta ¿Quién está casi siempre detrás de estos movimientos.? ¿Qué fuerzas mueven a menudo los hilos, con la aquiescencia unas veces, y desde el desconocimiento otras de esas Juntas Directivas que a tantas y tantas veces no disimulan sino a simples testaferros.? Hagámonos la pregunta sin miedo a respondernos que, pese a los años transcurridos, seguimos disfrutando con el placer de poder morir en guerras que no son las nuestras.


Y mientras, el Señor Feudal sigue en su salón del homenaje, afilando su cuchillo, contabilizando el grado de incremento que ha sufrido su poder desde el momento en que los vasallos le siguen jurando homenaje, y en definitiva, calentándose sus posaderas, mientras el vulgo continúa partiéndose la cara en batallas que nos benefician en nada, y que más bien le mantienen distraído de su verdadera obligación, que no es otra que la de identificar al verdadero enemigo, para comenzar a poner coto a sus fechorías.




Luis Jonás VEGAS VELASCO