martes, 7 de septiembre de 2010

UN PASEO POR LA HISTORIA.


Nos reencontramos una vez más, en estos no por recorridos menos sorprendentes peldaños de la Realidad, para comentar uno de esos hechos que, por sí mismos, permiten comprender, cuando no justificar de forma propia y consolidada, los hechos de la Historia, a menudo que incluso pronosticar sus eventualidades.

El paso del Tiempo es, en sí mismo, subjetivo, esto es, su análisis, y por demás su comprensión, aparece determinado de manera directa por las sensaciones que en cada uno de los interlocutores, han tenido los hechos asociados a los mismos. Por el contrario, La Historia es el resultado científico de un proceder Científico en el que, de manera inexcusable, el elemento básico sobre el que se trabaja es ese paso del Tiempo, visto desde las consecuencias que trae aparejadas. Así, dicho de otra manera tal vez más asequible, el Paso del Tiempo adquiere o pierde preponderancia en la medida en que los hechos que en el mismo se encuentran implícitos, afectan al interlocutor al que interpelamos. Por el contrario, La Historia habrá de proceder de manera más científica, más analítica, limitándose a llevar a cabo una fría y calculada, por ello pormenorizada, exposición de la serie de hechos sobre los que trabajemos, alejándose de las interpretaciones y, quedando insensible a las consecuencias que esos hechos desvelados puedan llegar a provocar en uno o varios grupos sociales según la transcendencia del hecho que sometamos a consideración.

Como en la mayoría de ocasiones suele ocurrir, todo lo expuesto hasta el momento puede incluso adquirir sentido si lo sometemos al prisma de la realidad, en este caso al que proporciona la interpelación sobre un hecho concreto. El 1 de septiembre de 1939, tropas uniformadas del Ejército de Polonia, atacaban puestos fronterizos de la vecina Alemania. Fruto de la respuesta armada que las tropas fronterizas alemanas dieron a la provocación y al ataque, se produjo una “invasión del Territorio polaco” que tuvo consecuencia la declaración real y definitiva de la Guerra.

Esta Crónica, que cumple a priori con todos los considerandos de objetividad y ecuanimidad exigibles a un contenido histórico, no puede, en pos precisamente de mantener intactos esos valores, entrar a juzgar si las tropas aparentemente polacas no eran en realidad sino soldados pertenecientes a la Wherma, esto es, trompas alemanas hábilmente disfrazadas y que cumplían órdenes específicamente dictadas por su Alto Estado Mayor, las cuales constaban expresamente en el atacar sus propios puestos de frontera con la orden de hacer el mayor ruido posible. Un Ruido de Sables que sin duda despertó aquél amanecer a toda Europa.

En parecida disyuntiva podemos encontrarnos si analizamos el ataque por parte de Japón a la flota americana amerizada en la Bahía de Pearl Harbour, a consecuencia del cual, los Estados Unidos de Norteamérica declaran la Guerra al Eje, dándose con ello la paradoja de que éste hecho desencadena el ascenso meteórico de los Estados Unidos en el Ránking de países productores en materia industrial, pasando del puesto 64 que ocupaba en 1935, al número uno que tendrá en 1947. De ahí, a la declaración del Dólar como modelo de medición hay un paso, y otro más para proceder al dominio del mundo.

En cualquier caso, y lejos de caer en el oscurantismo de creer en las conspiraciones; sí que creemos conveniente, de vez en cuando, llamar la atención sobre aquellas situaciones que pueden traer como consecuencia asumir como hechos históricos aquellos que en realidad no son sino meramente circunstanciales, comiéndose por el contrario el espacio que debería serles específico a otros que en realidad, el tiempo mostrará en toda su extensión y preponderancia.


Luis Jonás VEGAS VELASCO.

AGOSTO DE 2010

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