jueves, 30 de julio de 2009

LOS PILARES DE LA TIERRA; I LA ECONOMIA




“No perdáis tanto el tiempo contando vuestra fortuna; ya habéis pervertido bastante vuestra existencia y vuestra vida desperdiciándolo en ganarlo.”

Así podemos enfocar el comienzo de lo que supone el cuarto y último de lo que hemos dado a entender como procedimiento para explicar de forma sencilla y somera, cuales han sido, a lo largo de la Historia, concepciones básicas y comunes, que han supuesto denominadores comunes en el devenir del Ser Humano y de las Sociedades.

Cuando M. Engels publica “El Origen de La Familia, de La Propiedad Privada y del Estado.” México, Fondo de Cultura Económica; describe tanto los elementos como los procesos básicos que pondrán de manifiesto el más revolucionario de los procesos sociales que el hombre ha conocido, La Economía.

Atendiendo y aceptando los principios básicos de la Antropología Social como válidos, resulta que el hombre, en su proceso evolutivo, se mantiene “socialmente equivalente” a lo largo de las tres cuartas partes del proceso. Sin embargo, en la recta final de éste proceso se desencadenan una serie de acontecimientos revolucionarios que acaban por disgregar a la Sociedad dando paso a la concepción individual y autónoma que por separado cada hombre tiene. Cada Sujeto adquiere concepción de su propio valor en tanto que es un ente diferenciado, y a partir de ese momento empleará toda su vida en manifestarla y reforzarla públicamente.

El fenómeno de la Propiedad Privada adquiere valor por sí mismo, extralimitándose y superando el rango que le confiere el hombre como creador del mismo, hasta el punto que éste sucumbe a las promesas que el sentido de la privacidad alberga: la propiedad genera diferencia, y la diferencia se identifica con el único sentido del poder.

Poder y Diferencia, que en definitiva no albergan sino la necesidad del hombre de desvincularse de lo común, de alejarse de las grandes concepciones globalizadoras para reconocerse a sí mismo. Sin embargo, para dar este paso con seguridad, sin correr el riesgo de avanzar con las dudas y los trompicones propios de la falta de previsión, se gestan sistemas ideológicos varios, cuya esencia de pensamiento estriba no ya en marcar las directrices de los hombres entre sí, sino que esto se ve suplantado por un conjunto de ideas que regulan la relación del hombre con sus semejantes …en función de su Capacidad Económica.

El resto se ve venir sólo. Concepción de Sistemas Ideológicos cuyas ideas son juzgadas a partir del resultado económico que promueven ¿Capitalismo? ¿Comunismo?. Elaboración de esquemas vitales y judiciales coherentes con los anteriores sistemas ideológicos ¿Justicia distributiva? ¿Justicia Retributiva?...

Asistimos en definitiva al mayor fenómeno de macrofagia social de la Historia. La Economía, un medio, un instrumento de la Sociedad concebido para reforzarla, acaba por desvinculares de ésta, y de sus participantes, convirtiéndose por sí misma en un fin, que a veces lleva a los individuos compositores de esa Sociedad a perder la cabeza.

Luis Jonás VEGAS
La Adrada 2005

miércoles, 22 de julio de 2009

LA "CATALANOFOBIA" NO ES ALGO NUEVO....



Tal y como se desprende nuevamente de un artículo que no es nuevo. La verdad es que tiene ya unos añitos, pero nuevamente la falta de memoria, o de vergüenza de nuestros Políticos, lo ha devuelto al plano de la actualidad. Juzguen ustedes mismos.

ESTATUTO CATALÁN: UNA NACIÓN MÁS, ¿UN PAÍS MENOS



Esa no es sino la duda desde la que planteamos el presente, tras comprobar los efectos causados por la todavía no lo olvidemos propuesta de modificación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, en tanto en cuanto que todavía no se han diluido del todo los tambores de guerra que cada vez con más fuerza hacen resonar los dirigentes del P.P, bien sean éstos entonados por medios propios, por ejemplo a través de esa campaña que va a costar alrededor del ......

....medio millón de Euros, los cuales, no lo olvidemos, pagaremos entre todos; o a través de métodos menos directos, como puede ser dotando de carnaza, eso sí, en este caso una buena pieza, a la densa red de prestidigitadores orales y chambelanes de corte resentidos que se pasean aún hoy por determinados medios de comunicación arrastrando sus miserias en forma de inquina por no poder encajar que, esta vez sí, han perdido, a pesar de que sigan buscando “viejas batallas” desde las que resucitar o encumbrar a “los héroes” ¿de la nueva España?

Una vez superada, si es que en éste caso no es demasiado pedir la connotación política, nos encontramos con que, en base a la Constitución Española, que rige a todos los españoles y cuyos contenidos se materializan en los Estatutos Autonómicos, incluido el Catalán; y a la interpretación histórica, varios han de ser los elementos que entren en juego a la hora no ya de promulgar, sino basta con promover, una revolución Social y Política del calado de la que hoy nos ocupa. Estos elementos deben ser al menos motivación, contenidos y, por supuesto, objetivos.

En el caso de la motivación, indiscutible para cualquiera que analice el problema desde el prisma de la objetividad, y sin apasionamiento, es evidente que es lo que sobra. A nadie se le escapa que hay pocos lugares en el mundo, y por supuesto dentro del Territorio Nacional ninguno, en el que tan arraigado esté la conciencia de pertenencia exclusiva a la nacionalidad derivada de su territorialidad.

Sin embargo, y como hecho relevante y no por ello menos curioso, observamos como esta motivación, que se supone en la mayoría de los fenómenos sociales el mayor agente de aportación de beneficios, se convierte, en el caso del problema catalán, en su mayor lastre, ya que a la mayoría de españoles les molesta sobremanera que el ciudadano catalán se defina como tal. El motivo, a muchos de esos españoles les gustaría poder gritar con la misma fuerza con la que lo hace el catalán, su condición de españoles. Como resultado, de nuevo el quiero y no puedo que tantas veces ha perseguido al habitante de España a lo largo de la Historia, se repite.

Los objetivos, alimentados y consecuencia de esta motivación, aparecen por ende no menos claros. Lograr la Autonomía en el más amplio de los conceptos que este manido término conlleva. Liberarse, aunque suene lamentable, de la “asimilación española”, que para ellos supone el formar parte de una Nación con la que no se sienten identificados.

Y, por último, aunque a mi entender formando la parte fundamental del entramado, los contenidos. Nadie puede pensar que un fenómeno del calado del que nos ocupa se gesta en un día, o se argumenta desde la potencial cabezonería de un grupo de iluminados.

Para que un movimiento como el tratado tenga visos de fructificar, ha de llegar al pueblo, asentarse en todos los estratos sociales que lo conforman, dar a cada uno de ellos la parte que quieren recibir, o al menos permitirles escuchar lo que quieren oír, y finalmente ser capaces de tejer una estructura lo suficientemente tupida como para aguantar los envites de la Historia.

Porque
en el caso Catalán se han logrado estos objetivos de manera tan evidente, por dos motivos fundamentales: Se han ganado al pueblo para que luche por ello, y tienen elementos Culturales e Históricos que argumentan sobradamente ésta lucha.

Respecto a la veracidad de la primera afirmación, parece evidente que el “movimiento catalanista”, por llamarlo así, tiene, a efectos de lucha social, mucho terreno ganado de partida ya que, tal y como la historia se empeña en demostrarnos continuamente, será aquél que disponga de la fuerza que aporta la clase social más numerosa, la productiva, el que se asegurará la salvaguarda de sus intereses ya que será esta clase social quien garantice la vuelta a la normalidad y la redefinición de las estructuras una vez reconstruido el orden.

En lo que concierne a lo segundo, y citando de memoria, son elementos tales como la tenencia de una Lengua propia, sustentada en un Literatura y en una Historia de la Literatura lo suficientemente reconocida, con autores de renombre que publiquen sólo en esa Lengua; unido todo ello a la existencia de rasgos diferenciadores respecto al grupo mayoritario, a la vez que identificadores del grupo minoritario, los que identifican la presencia de una Cultura. Por ello, parece de sentido común reconocer que Cataluña tiene una Cultura, en el amplio sentido que la palabra adquiere, propia respecto a la del resto de miembros de España.

Lejos de empujar hacia las repercusiones que para los catalanes, y potencialmente para el resto de españoles puede tener la aprobación del Estatuto Catalán, el objetivo del presente es advertir de las nefastas consecuencias, en este caso innegables que puede tener el hecho de “obcecarse de manera irresponsable en tratar de impedir a cualquier precio su aprobación.” Así, partidos de calado y de trascendencia “nacional”, deberían manifestar más cuidado y respeto hacia los ciudadanos de toda España a la hora de referir sus estrategias, algunas de ellas de marcado carácter revisionista y segregacionista, antes de emprender una loca carrera enarbolando el cartel del todo vale, empeñados en demostrar una ficticia unidad de España en la que ya sólo pueden creer los mismos que hace setenta años se empeñaron el “imponer su liberación”, aunque para ello tuvieran que pasar por las armas a los que cometieron el error de mirar a España con unos ojos diferentes que los suyos, incluido un Presidente de Generalitat.

Una vez más el problema no radica en la excesiva velocidad del tren del cambio motivado por algunos, sino en el excesivo lastre del inmovilismo que algunos se empeñan en arrastrar. Curioso resulta que alguno de éstos, intente argumentarlo desde la legitimidad de una Constitución en la que no creen, y que en el mejor de los casos consideran la “menos mala” de las soluciones a ese problema que tuvo a España, a la suya y a la de todos, cuarenta años atrapada en el barro del inmovilismo y el oprobio.

LUIS JONAS VEGAS
La Adrada, octubre de 2005



sábado, 18 de julio de 2009

ESTAMOS DE ENHORABUENA:

Y es que, de verdad, desde que nos lanzamos a la aventura de "lanzasdeldestino", no hemos tenoido más que satisfacciones.


En primer lugar, la enorme alegría que supone en ver día a día como lo que uno piensa, tiene, o más bien adquiere cierta transcendencia, desde el momento en que a los demás les interesa, a la vez que lo disfrutan. Esa es la única causa por la que merece la pena escribir y no guardarlo en lo más recóndicto del fondo de ese enorme cajón en lo que a veces se convierte nuestro disco duro; el saber que alguien lo va a leer, y lo más importante, a opinar sobre ello.


Sin embargo, todo esto a pasado a un segundo nivel cuando nos encontramos con que no sólo se nos lee, sino que hay gente, como Enrique, que piensa que lo que hacemos es lo suficientemente bueno, como para que su obra, cuya calidad indiscutible está sobradamente contrastada, forme parte de nuestra pequeña "ventana hacia el mundo."


Por todo ello, desde aquí nuestro agradcimiento a Enrique Martín Zurdo, por darnos la oportunidad de disfrutar de su obra, a la vez que abrimos la veda para todo aquél que crea tener algo que decir.

EL HIJO DEL VIGILANTE
Enrique Martín Zurdo
(Relato ganador del I Certamen de relatos Toros de Piedra convocado por el Ayuntamiento de El Tiemblo - Ávila)



Conocí a Ángel, el primogénito de los varones del tío Ángel, el vigilante, la primera vez que entré en aquella casa de la calle del Castillo, y enseguida me di cuenta de que ese tipo hacía honor a su nombre. Ángel que, por la diferencia de edad, podía pasar por mi padre me lo recordaba remotamente, con el mismo corpachón tan lleno de humanidad, con el mismo trato cálido, humano; la misma hombría de bien, siempre dispuestos a echar una mano a todo aquél que precisara de su ayuda. Buenos profesionales los dos en sus respectivos trabajos, mataban sus escasos ratos de ocio de la única manera que sabían hacerlo: continuar trabajando. Mi padre con las mil reformas y los cientos de ilusiones que surgían con la compra de la casa de las Laderas, Ángel cultivando y abonando la huerta de la Dehesa o podando y sarmentando la viña de Cantogordo.
Para entonces, finales de los setenta, yo empezaba mi periodo de milicias universitarias en la Academia de Intendencia de Ávila, e intentaba echar raíces en El Tiemblo un lustro después de que mis padres fueran acondicionando el nido aledaño al arroyo de la Parra. Con mis veinte primaveras, trajeado con el uniforme, iba y venía del pueblo a la capital hecho un pincel, o al menos así era como me veía mi madre, que era quien realmente me llevaba como un figurín (lo que hace tener veinte años y jamás haber sentido pavor al ridículo). Me subía a la Serrana (1) con mi petate y creía que me podía echar el mundo por montera. Durante el viaje reflexionaba sobre las casualidades de la vida, porque para mí El Tiemblo ya tenía de antaño un componente mítico por esa importancia que el lugar adquiría al leer los libros de historia de bachillerato y asociarlo a los Toros de Guisando. Yo quedaba como un aplicado alumno cuando salía la típica pregunta referida a esculturas preibéricas y citaba a los Toros de Guisando como las más importantes. Pero la cosa no quedaba ahí, aunque encaminé mis pasos hacia los números para que estos me dieran de comer, siempre me apasionó la Historia y dando un salto en ella descubrí que junto a los Toros existió una Venta Juradera, donde una princesa abulense de las tierras de la Moraña, allá por 1468, hizo abdicar a su hermanastro Enrique IV del reino de Castilla en beneficio propio, tras una de las muchas guerras civiles entre castellanos de la que ella salió victoriosa, con la ayuda del cardenal Cisneros. Cuando leí los libros de viajes de Cela recuerdo que, a su paso por estas tierras, venía a decir que eran de una importancia histórica excepcional, pues “en ellas es donde mejor o peor se fundó la unidad de España”, y no dejaba de llevar su parte de razón visto lo que pocos años después de ese juramento generaría Isabel de Castilla casándose con su primo Fernando de Aragón. (Perdóneseme ______
(1) Denominación popular por la que se conocía al servicio de autobuses de línea regular que cubría el recorrido entre El Tiemblo y Ávila.
este circunloquio histórico al hilo del relato, pero lo consideraba imprescindible. Me da rabia que muchos, hoy como ayer, no sepan situar en el mapa a las esculturas vetonas de los Toros de Guisando (del siglo III a. C.), creyendo que están en la localidad de Guisando, en la estribación occidental de la Sierra de Gredos, cuando en realidad están ubicados junto a la Cañada Real Leonesa que discurre en las inmediaciones del Cerro Guisando, el último picacho de Gredos antes del valle del Alberche, y que pertenece al municipio tembleño).

Pero a lo que iba, que puedo tener más peligro que una escopeta trucada de barraca de feria si me pongo a elucubrar con mis aficiones históricas: me dije que para asentar esas raíces a las que me refería anteriormente nada más fácil que echar el ojo a una tembleña que, casualmente, resultó ser la benjamina de los hijos del tío Ángel, el vigilante. Llegado es el momento de indicar que ese apodo le venía a mi suegro por su condición de empleado del Ayuntamiento como vigilante, en las muchas obras públicas que la citada Corporación llevó a cabo con Isidoro Rodríguez como alcalde en los prósperos sesenta y setenta. Es decir, la que con el devenir de los años se convertiría en la madre de mis hijos tenía por hermano a Ángel, el segundo de aquella fraternal estirpe de nueve, cuyo angelical nombre parece asociado por los siglos a esa familia con la que yo tuve la gracia de emparentar a mediados de los ochenta. Mi hijo, nacido un año después del fallecimiento de su abuelo, no podía llamarse de otra manera que Ángel y ya existen otros Angelillos canijos entre sus biznietos.

sábado, 11 de julio de 2009

LOS PILARES DE LA TIERRA

Es curioso como, a menudo, basta con dar tiempo al tiempo para que la realidad se ponga de manifiesto.

Como prueba, el artículo que sigue, tiene cinco años.




“Te recuerdo Zarathustra; hace años subiste a la montaña arrastrando en tu mirada la ceniza de los valles. Ahora retornas a ellos con el fuego de la montaña en la mirada. Recuerda Zarathustra, a los incendiarios se les condena.”

Esta bien podría ser la sentencia inicial de cualquier movimiento o proceso revolucionario. Por el contrario, y sin caer en contradicción, de igual manera podría constituir el lema de algún proceso reaccionario. Sin embargo, y sin mermar un ápice su carácter de radiografía histórica, pertenece al discurso inicial, al génesis si nos atrevemos de “Así habló Zarathutra”, obra del genial Nietzsche. En ella, de forma magistral, y nos atreveríamos a decir que aún hoy sin parangón, se reproducen, definen y diagnostican, algunas de las que a la postre constituirá las mayores miserias de la Sociedad Moderna. Que se sepa, el miedo a sí mismos, manifestada en su falta de ética, y, por ende, la falta del mayor de los ejercicios de ella derivada, la libertad.

“¿Es más loco el loco, o aquél que le sigue?.” Cuestionaba en cierta ocasión un Catedrático de la USAL desde su estrado. “Señores, las grandes hazañas está siempre rubricadas por hombres que en un principio fueron tildados de locos”. Éste era el fin de su análisis. La conclusión, ¿Cuánto hace que no tenemos grandes hazañas.?

En la actualidad, el hombre ha renunciado al obligado cuestionamiento de la realidad en la que vive. Se ha sumergido en una vorágine en la que la verdad preconcebida, y la falta de necesidad racional lo impregnan todo. El resultado, se ha abandonado a sí mismo y a su concepción vitalista en la que era entendido como animal racional por Naturaleza, para pasar a ser un mero ente que acepta lo que su ambiente, su contexto, o lo que es peor, algunos semejantes, tienen a bien desvelarle.

¿El instrumento de ésta transformación?, el abandono del antaño obligado ejercicio de la práctica moral. El inexorable resultado, la aceptación y nuevo nacimiento de verdades absolutas. Y es que, la inapelable aceptación, no ya del contenido de algunas de esas verdades universales, sino por ontonomasia el mero hecho de que éstas existan, conllevan un claro rechazo a las básicas concepciones evolutivas alcanzadas. ¿O es que el hecho protagonizado por el Neandertal que se arrodilla ante el árbol que acaba de ser fulminado por el rayo, comprobando como se ha quemado la madera; es más primitivo que el comportamiento del hombre moderno que se arrodilla ahora ante ése otro trozo de madera. En esencia, ambos hechos son iguales, porque ambos encierran la esencia de la pregunta que el Hombre se ha formulado desde el principio de los tiempos, y en ambos casos la respuesta se formula bajo los términos más inhumanos que existen: amparados en unas supuestas verdades absolutas que se refuerzan en la negación del hombre desde el propio hombre, a través de su negligencia mayor, aquella derivada de su negación a usar la libertad.

Y es que, la verdad absoluta, en cualquiera de sus formas, lejos de satisfacer al hombre lo anula, ya que por definición, en su génesis no caben tales afirmaciones.


La Adrada 2005
Luis Jonás VEGAS

jueves, 9 de julio de 2009

HACIA LA POLÍTICA DEL SOLAR (CONCLUSIÓN)


Tal y como podemos comprobar, cada vez con mayor frecuencia, acudiendo para ello a la mayor fuente de conocimiento que es la experiencia; el hecho científico que justifica el razonamiento por el cual se acredita que nuestros políticos parecen estar desterrados de la realidad que el resto de mortales compartimos, queda desmitificado desde el momento en que, en un ejercicio de retórica destructiva, lo que en apariencia es conveniente para esa mayoría de mortales antes aludidos, puede por el contrario haberse convertido en algo no tan bueno, incluso contraproducente, para el ejercicio de ese político en la labor que les es propia, y de la que como característica fundamental, parece olvidar que no hemos sido sino los demás los que le hemos encumbrado mediante la cesión de unas voluntades tantas veces comentadas.

Decía Alfonso VI al volver de la toma de Toledo en el 1085, que era en la batalla donde se conocía a las personas. “… allí he visto a caballeros llorar como niños ante el primer envite del enemigo, y a escuderos batirse en duelo para defender a su caballo moribundo…” Por paralelismos la crisis, como momento crucial de la Historia, que sin duda lo es, se convertirá en el crisol por excelencia en el cual necesariamente los políticos habrán de dar lo mejor de sí mismos en pos del interés común lo cual, dicho sea de paso, no es sino el fin último para el cual han sido elegidos. Este es no lo dudemos, el momento en el que podremos conocer de verdad la pasta de la que están hechos los políticos que nos gobiernan, y de paso, la de aquellos que sin hacerlo, convierten en eso toda su ambición. Así, una vez que la actitud de la clase dirigente frente a la crisis lógicamente ya ha sido más que analizada, permitidme que hoy saquemos a colación la actitud que, frente a la misma crisis, mantiene el que es por méritos propios primer partido de España…en la oposición.

Lejos de caer en populismo, vaya por delante el reconocimiento de que la responsabilidad es un privilegio de aquél que desarrolla la verdadera acción de gobierno. Sin embargo, una vez que las peculiaridades de la crisis se presentan en toda su vitalidad, y una vez asumido que “… sólo desde el consenso imprescindible fruto de la negociación entre Gobierno y Oposición se sentarán las bases que allanen el camino que nos indicará la salida de la crisis…” se establece la causalidad de que incluso a la oposición, bien por acción, o incluso por omisión se le pueden en este caso, exigir responsabilidades. Y es que tal y como últimamente está poniendo de manifiesto el triunvirato formado por el Partido Popular, la Conferencia Episcopal y la Cadena COPE, a menudo los intereses del que quiere gobernar chocan frontalmente con la necesidad imperiosa de tomar decisiones de gobierno basadas en el interés general por parte del que eficazmente gobierna. En ese momento los intereses, o en pocas palabras el afán de poder por parte del que quiere gobernar dejan en un segundo plano las necesidades de los gobernados, momento a partir del cual el político está fuera de la realidad.

Por aquello de concretar la abstracción, basta con intentar comprender la polémica que actualmente se suscita en el Partido Popular, y que se materializa en la dialéctica interna que se plantea desde el momento en que el patriotismo, valor del que hacen gala en aparente exclusiva, y que a la sazón se convierte en la energía que da vida a toda su maquinaria; se enfrenta de plano con el concepto de “rentabilidad política”, entendiendo este enfrentamiento como la manifestación de la parte más “reaccionaria” del partido, de cuya lectura se desprende que la caída de España como País puede ser un mal menor si con ella viene aparejado el derribo de la actual política asentada en la izquierda, y del Partido que la representa.
En definitiva se trata de permitir que el “Edificio” sobre el que se encuentra asentado nuestro “Estado del Bienestar” se venga abajo. Una vez que las últimas elecciones les han hecho ver que no hay manera de pujar por él, han decidido que una oferta por el Solar que quede será mucho más accesible. Además, sobre un solar siempre se puede construir de nuevo, porque como todos sabemos, no queda bien que mientras les enseñas a tus amigos el Jacuzzi del Ático, aparezca alguna caja de sandalias, pertenecientes a la tienda del Zapatero que trabajaba allí antes, y del que tú pretendes olvidarte cuanto antes porque las naves y locales comerciales no están bien vistos en el nuevo barrio.

En definitiva, y por aquello de ir acabando, creo que por más que hoy en día sea difícil diferenciar unas políticas de otras, dentro de las modas liberales; creo no engañarme al plantear aquí y ahora la imposibilidad de un “Gobierno de Concentración” por parte del Partido Popular, y no porque no sean capaces de hacer un sacrificio, sino porque no estoy del todo seguro de que a ellos, que mediante su brazo ejecutor, la Banca, han desarrollado este gran espectáculo, no nos guarden en realidad alguna traca final.

Luis Jonás VEGAS VELASCO
JULIO DE DOS MIL NUEVE.