sábado, 14 de marzo de 2009

DE LOS OTROS COSTES DE LA CRISIS


Poniendo por adelantado que no soy amigo de buscarle a las cosas los aspectos positivos, como tampoco lo soy de imponer las negativas, hemos de aceptar que uno de los escasos motivos que permiten felicitarse por participar de la globalización, procede de haber comprobado como la lectura objetiva, independiente y autónoma del individuo ha sido superada dando paso a una nueva realidad basada en los componentes grupales del sujeto. Surge así una nueva realidad de persona que basa su definición es aspectos más relativos, subjetivos, y siempre fundamentados en el componente social; siendo validado en la medida en que sus acciones aportan validez al sistema del que forma parte.

Una vez aceptado el condicionante de pertenencia a un Sistema, resulta evidente dar el siguiente paso es pos de concebir al individuo en la medida en que desencadena las acciones que le son propias de su pertenencia al Sistema, esto es, en la medida en que se comporta como persona. Así, no cabe ya una concepción diferenciada del individuo, sino que este, en función de que parámetros sobradamente explicados por autores como Hobbe, Locke y por supuesto e lpropio Rousseau, no sería propio extendernos aquí sobre ellos, si bien se hace necesaria su cita a fin de determinar sobradamente los marcos teóricos de la presente.

Así, una vez que el individuo ha pagado los peajes y tasas que le son imprescindibles para su ingreso en la Sociedad, peajes que no lo olvidemos se hacen efectivos en forma de costes para su libertad; consigue no obstante desarrollarse como miembro de una Sociedad, que se basa en un Sistema, que como tal integra a una serie de elementos, en este caso de carácter social, a los que regula mediante el apercibimiento y la sanción de una serie de normas, cuyo origen muchas veces es de carácter ancestral, cuando no netamente trivial.

Con tales condicionantes, resulta imprescindible citar a continuación los condicionantes fundamentales de los que se nutre el Sistema. Así, a día de hoy resulta irrefutable la aceptación de que nuestro Sistema se fundamenta en el establecimiento de un tejido, que será más o menos denso en función de la época, que entrelaza de forma íntima Economía con Política y Religión, dictándose con estos ingredientes el aditamento general que compone la Sociedad.

Por ello, hay que aceptar que cualquier variación, por pequeña que sea en la relación con la que cada uno aporta, conlleva de manera ineludible modificaciones que afectan al resto de elementos, los cuales necesariamente han de recombinarse para establecer el patrón que define la nueva realidad.
Y si esto ocurre cuando las modificaciones se producen a pequeña escala, imaginarse lo que ocurre cuando los mencionados cambios se producen a niveles de magnitud crítica. Al miedo social que se establece como apriori antes de valorar los cambios que se hacen necesarios, es a lo que se llama Crisis.

Una crisis en definitiva afecta a todos y a cada uno de los elementos del Sistema, en la medida en que viene provocada por la modificación traumática de uno de esos mismos elementos, atendiendo a una causa que puede ser interna o externa al mismo sistema.
En la medida en que aceptamos lo anterior, por paralelismo semántico habremos de asumir que una crisis interna, que tiene su origen perfectamente identificado en uno de los componentes del Sistema, concretamente en la Economía, habrá de afectar de forma directa en todos y cada uno de los componentes junto a los que integra la Realidad Social del Sistema del cual forma parte.

Así, una vez que aceptamos ese principio, y aterrizando el asunto a nuestro sistema, y por ende a nuestra crisis, habremos de aceptar que en la medida en que la profundidad de la Crisis económica se manifieste, así lo irán haciendo paulatinamente el resto de los componentes ya aludidos. Nada volverá a ser igual, Los elementos volverán a recombinarse dando pie a nuevas realidades que serán mejores o peores en la medida en que resulten beneficiosas o perjudiciales para los sujetos activos, las personas, que formábamos parte de aquél el viejo Sistema, que podamos o no adaptarnos a esa nueva realidad.

A nadie se le escapa que esta situación traumática donde las haya, será no obstante muy beneficiosa para algunos. Fortunas y consecuciones de Poder son dos realidades íntimamente ligadas, hasta el punto que el silogismo Riqueza deriva en Poder, suele ser muy acertado. Por ello, Los poderes y los poderosos reactivarán alianzas dormidas y reconocibles por rancias, estableciendo con ello pactos demoledores que de nuevo tendrán un sólo objetivo, reescribir una realidad que les sea más positiva, más ... beneficiosa, en la medida en que les permita recuperar el terreno perdido. Esa recuperación no será por supuesto gratuita, tendrá por el contrario un coste muy elevado, que se pagará, como no puede ser de otra manera, en la única moneda que estos señores conocen, la moneda del Coste Social.

No nos engañemos, lo que una vez más está en riesgo es la Política Social, y con ello asoma peligrosamente la posibilidad de que alguno quiera cobrarse sus beneficios, o la posible ausencia de ellos, en tiempo, recursos y logros en materia social. Ahí quedan ya las propuestas muy serias por otra parte que han hecho públicas entidades muy influyentes en esta materia, como puede ser la O.C.D.E.; que por cierto no se ha cortado un pelo a la hora de identificar en los trabajadores si no a los responsables de la Crisis, sí al menos a los que deberán hacer más esfuerzos para poder minimizar sus efectos. Resulta gracioso, o al menos a mí me lo parece, que unos señores con traje y corbata necesiten irse a celebrar una reunión a Suiza, para llegar a la para nada sorprendente conclusión de que deberemos ser los que llevamos mono o deportivas los que habremos de solventar de nuevo sus problemas.

Y que nadie se crea por otro lado que en España estamos al margen de todo esto. Ya habéis visto el lamentable espectáculo que están protagonizando nuestros Sindicatos, los cuales precisamente a base de inacción están actuando. A nadie realmente se le puede tratar de convencer hoy en día de que es un ejercicio de prudencia para evitar “reacciones inadecuadas”. En éste país ya somos mayorcitos para necesitar que nos anden con paños calientes, una vez más.

Sin entrar en devaneos políticos, sino de ubicación ideológica, una vez más se hace necesario el posicionamiento político. Si la metáfora del remo y las ratas quedaba excesiva, tal vez resulte más comprensible si la planteamos de manera que entendamos qué es lo que queremos a partir de ahora, que hemos destrozado el coche, arriesgarnos a volver a pinchar poniendo una rueda recauchutada, que es más barata a todos los efectos; o por contra vamos a ser responsables y coherentes aceptando el esfuerzo que sin duda va a suponer merecer una rueda nueva.

De nuevo, es nuestra responsabilidad, ética, moral, pero sobre todo social para con nuestro sistema.

Luis Jonás VEGAS VELASCO
MARZO DE DOS MIL NUEVE.

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